Esta es la colúmna de Román Revueltas Retes (milenio diario) que creo más describe la indignación que nos causa el anuncio de Agustín Carstens, y por esta razón a continuación la transcribo:
Me molesta pagar impuestos pero supongo que es tan necesario como lavarte los dientes o hacer ejercicio por las mañanas. El problema es que, a diferencia de resultados como la falta de caries y el colesterol bajo, los tributos que nos cobra papá Gobierno no parecen trasmutarse tan palmariamente en beneficios palpables. Tampoco me resulta muy evidente la necesidad de que Hacienda te exprima la billetera en un país donde las autopistas cuestan, el alumbrado público cuesta, las escuelas adecuadas cuestan, los hospitales buenos cuestan, los aeropuertos cuestan y todo, absolutamente todo cuesta excepto aquello que no se puede utilizar porque es tan dañino para el intelecto, el alma y la salud en general que sólo los más pobres de los pobres lo padecen. La aspiración universal de los mexicanos es alcanzar ese envidiado estatus de “influyente” que, como una varita mágica, te libra de usar los servicios públicos y de afrontar las durezas reservadas a los anónimos ciudadanos de a pie. Hablo, por ejemplo, de la justicia impartida a una sencilla vendedora de baratijas que, de pronto, es acusada de… ¡secuestrar a policías federales! Y hablo, también, de la pavorosa atención hospitalaria que reciben miles de personas afiliadas a la Seguridad Social.
Por lo demás, el agua se está acabando, los bosques desaparecen, los ríos son cloacas pestilentes, los maestros son escandalosamente ignorantes y poco preparados, los campos no producen, el territorio nacional se desertifica, la policía sólo detiene a uno de cada diez asesinos, los jueces dejan ir a nueve de cada diez detenidos, las carreteras están llenas de baches, las calles de las ciudades no tienen drenaje, las cárceles están saturadas, el IMSS está en quiebra, Pemex está en quiebra, los Gobiernos estatales están en quiebra y los municipios están en quiebra. Todo esto, luego de que a las arcas del Estado hayan llegado las más colosales cantidades de dinero en toda la historia de México. ¿Más impuestos todavía? ¿Para qué?
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